Inteligencia Sentimental 6ph3e

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¿INTELIGENCIA EMOCIONAL O David de la Oliva y Flor Tapia

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egún el del doctor Rafael Bisquerra (profesor de la Universidad de Barcelona y uno de los grandes investigadores españoles sobre el tema), el primer artículo científico que utiliza el concepto de “Inteligencia emocional” fue escrito por Salovey y Mayer en 1990. Cinco años después, Daniel Goleman (1995) publicó su famoso libro: “Inteligencia emocional” y fue entonces cuando la comunidad científica encontró un nuevo filón investigativo. Actualmente, podemos encontrar en Google más de dos millones y medio de referencias sobre este campo, lo que muestra el gran interés social que ha despertado la inteligencia emocional. Asimismo, en Google Académico, un portal más centrado en cuestiones estrictamente científicas (publicaciones y libros dentro del ámbito universitario),

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INTELIGENCIA SENTIMENTAL?

encontramos 111,000 resultados, lo que también indica un gran desarrollo académico en esta nueva disciplina. Salovey y Mayer (1990) definen inteligencia emocional como la competencia para gestionar emociones y sentimientos, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones. Igual que Salovey y Mayer, Goleman y la mayoría de los autores en este campo utilizan como sinónimos “emociones” y “sentimientos”, pero ¿son realmente lo mismo? En este artículo vamos a defender que no, que son completamente diferentes y que este conocimiento es vital para el desarrollo de la inteligencia emocional de niños, jóvenes y adultos. Según Redorta, Obiols y Bisquerra (2006, p.24): “una emoción es un estado complejo del organismo caracterizado

por una excitación o perturbación que predispone a la acción”. Por otro lado, señalan que las emociones son “reacciones a eventos innatas”, mientras que los sentimientos son “acciones emocionales voluntarias”. A esto añaden, que el sentimiento es “la experiencia subjetiva de la emoción” o “el componente cognitivo de la emoción”. En nuestra, opinión estas definiciones son poco claras. No obstante, creemos que Bisquerra (2000) acierta cuando señala que la emoción es un fenómeno de duración breve (horas o días), mientras que un sentimiento puede durar meses o años, recuerden el famoso: “Hasta que la muerte nos separe”. También señala que existen emociones básicas o primarias (que se caracterizan por una expresión facial muy característica) y emociones complejas que se derivan de las básicas, Febrero

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combinándolas de manera infinita. Quizá se podría apuntar que estas emociones complejas son, en realidad, los sentimientos. En resumen, y en parte siguiendo nuestro propio juicio, las emociones son una respuesta tan intensa como breve del ser humano hacia un acontecimiento externo o interno que reta su supervivencia y bienestar. En cambio, los sentimientos son justo lo contrario: una respuesta menos intensa pero mucho más estable. Ambas respuestas (las de las emociones y los sentimientos) se dan básicamente en tres niveles diferentes: cognitivo, conductual y fisiológico. Ejemplifiquemos esta idea en ambos casos. Primero con la famosa emoción de “enamoramiento” y después con, en nuestra opinión (porque muchos lo consideran una emoción), el sentimiento de “amor de pareja”. 61

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Ejemplos de respuestas a emociones y sentimientos (elaboración de los autores del artículo). TIPOS DE RESPUESTAS

EMOCIÓN DE ENAMORAMIENTO

“Le amo profundamente, pero no es necesario que estemos todo el día juntos”. “Hemos perdido algo de pasión pero hemos ganado en intimidad y compromiso”.

“No puedo vivir sin él/ella”. COGNITIVAS

CONDUCTUALES

FISIOLÓGICAS

“Cuándo y con él/ella soy inmensamente feliz”. Él/ella buscan estar todo el tiempo junto a su enamorado/a aunque para ello tengan que dejar de lado otros temas importantes de su vida.

Buscan estar juntos de forma frecuente y estable pero no en todo momento. Atienden otros temas importantes de su vida.

Alta intensidad fisiológica (sensación Baja intensidad fisiológica (sensación de ansiedad, atracción, etc.). de relajación).

“...un sentimiento puede durar meses o años”.

Como se puede discernir en el anterior cuadro, la intensidad y la duración son criterios básicos para diferenciar las emociones de los sentimientos. Por “intensidad”, nos referimos a la intensidad fisiológica, es decir, a la respuesta de activación o relajación con que nuestro organismo responde a la vivencia de un evento interno o externo. Respecto a la duración, vamos a hipotetizar que las emociones no pueden pasar de durar unas horas, días o semanas; entre otras cosas, porque no es soportable por el cuerpo una intensidad tan alta (recuerden como acaba Romeo y Julieta). Como se puede apreciar en la Figura 1: - Cuando la respuesta a un evento produce una intensidad y duración baja, podríamos denominarlo una mera “sensación”. - Cuando la intensidad es alta y la duración breve, entramos en el te-

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SENTIMIENTO DE AMOR DE PAREJA

“...las emociones son una respuesta tan intensa como breve del ser humano hacia un acontecimiento externo o interno que reta su supervivencia y bienestar”.

rreno de las “emociones”. - Cuando la intensidad es baja y la duración es alta, hablaríamos de sentimientos. - Cuando la intensidad y la duración son altas, podemos encontrarnos con trastornos mentales como la depresión o la manía (excesiva sensación de “alegría” o “éxtasis” que lleva a conductas de riesgo de tipo sexual o económico entre otros) o personas con una gran capacidad de “apasionarse” ante la vida (grandes artistas o inventores que trabajan durante años en un proyecto).

Figura 1. Criterios de discriminación entre emociones y sentimientos (elaboración de los autores del artículo). INTENSIDAD DURACIÓN BAJA (horas, días o semanas)

ALTA (meses, años)

BAJA (relajación)

ALTA (ansiedad y/o atracción)

SENSACIÓN

EMOCIONES

SENTIMIENTOS

TRASTORNO MENTAL O ESTADO DE ÁNIMO “APASIONADO”

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Uno de los problemas más frecuentes de los seres humanos es la confusión entre emociones y sentimientos. Por ejemplo, es frecuente que muchas personas llegan a la consulta del psicólogo porque tienen una pareja estable desde hace años y de repente ha aparecido alguien que les hace sentir “como hacía años”. Estas personas se muestran confusas y no saben si dejar la antigua relación por la nueva o viceversa. Desde esta perspectiva, lo primero sería enseñarles la diferencia entre emociones y sentimientos. Los sentimientos son mucho más profundos y estables (aunque menos divertidos) que las emociones y, en segundo lugar, los sentimientos tardan muchos años en construirse y, por eso, deben ser los que rijan nuestro comportamiento en las decisiones sobre nuestros proyectos de vida. Por ello, se les explicaría que aunque aparentemente están “entre la espada y la pared”, es decir, entre la fuerte intensidad de la emoción del “enamoramiento” hacia una persona y el sentimiento de un profundo lazo de compromiso e intimidad con otra persona, lo que deben hacer es algo tan simple como esperar. Sí, esperar, al menos, seis meses (sí, seis meses) a que esa emoción desaparezca de forma natural con el tiempo o se convierta, realmente, en un sentimiento profundo y estable. Dependiendo del caso, se decidirá entonces una ruptura con la pareja antigua o el abandono de la nueva porque solo fue un “cometa fugaz”. Por supuesto, en nuestra opinión, la “forma” de espera más madura y menos aceptada por los clientes es la de la “amistad”. En otras palabras e independientemente de cuestiones éticas, una relación de amistad puede dar los suficientes datos para convertir una emoción en sentimiento o para que se quede en emoción pasajera. Mezclar otras emociones y sentimientos complica mucho este tipo de decisiones y se suelen cometer graves e irremediables errores vitales. Cambiando un poco de tema, Diaz y Flores (2001) se dieron a la tarea de hacer una revisión de todas las investigaciones sobre emociones, concluyendo que existen seis emociones básicas en el ser humano: alegría, tristeza, miedo, disgusto, sorpresa e ira. Por cierto, que en este dato se basó la famosa película:

“Intensamente”. Nuestra pregunta sería si estas emociones básicas se relacionan con sentimientos básicos para el ser humano. Antes de contestar a esta pregunta, vamos a recordar que las emociones (y quizá también es aplicable a los sentimientos) se pueden clasificar en positivas, negativas y ambiguas. Hay que recordar que las emociones negativas como el miedo son básicas para la supervivencia, por ejemplo, la reacción de miedo nos prepara para solucionar un problema que puede atentar a nuestra vida. Por ejemplo, caminamos a media noche por una calle oscura y, de repente, un ladrón nos asalta. En ese momento respondemos, de nuevo, en los tres niveles anteriormente citados: - Cognitivamente: Vienen a nuestra cabeza pensamientos rápidos: “mejor le doy todo lo que tengo”; o “mejor no me muevo”. - Conductualmente: si tenemos el primer pensamiento, procederemos a darle todo lo que tenemos de valor al asaltante; si es el segundo pensamiento, entonces nos forzaremos a quedarnos paralizados aunque por otro lado deseemos correr. - Fisiológicamente: en ambos casos, se “disparará” el sistema nervioso autónomo simpático, es decir, el sistema nervioso que nos prepara para un gran esfuerzo, por ejemplo, el de salvar nuestra vida ante una amenaza. En este sentido, las emociones negativas son absolutamente necesarias para nuestra supervivencia. Desde este punto de vista, veamos algunos posibles sentimientos asociados con las emociones básicas positivas y negativas. EMOCIONES BÁSICAS

SENTIMIENTOS BÁSICOS

Alegría

Felicidad

Tristeza

Depresión

Miedo

Fobia

Disgusto

Insatisfacción

Sorpresa

Curiosidad

Ira

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Pondremos como del anterior cuadro la comparación de la emoción de la “alegría” con el, a nuestro entender, sentimiento de “felicidad”. Normalmente, no estamos alegres todo el tiempo, lo más frecuente es que, de vez en cuando, pase algo que “nos alegre el día”. En cambio, la felicidad es algo más profundo y estable. Según Lyubomirsky (2008), una de las grandes expertas mundiales en este campo, la felicidad es un sentimiento de que nuestra vida es buena, tiene sentido y vale la pena, en otras palabras, es algo que, tanto en los buenos como en los malos momentos, nos permite seguir viviendo y luchando con ilusión. Finalmente podemos decir que la necesidad de la educación emocional (el enseñar a niños y jóvenes a gestionar emociones como la ira, la depresión, la alegría, etc.) ha de conjuntarse con la de la educación sentimental, es decir, la enseñanza de mantener y generar sentimientos positivos como el del “amor” y gestionar adecuadamente los negativos (como, por ejemplo, “el rencor”). Actualmente, tenemos muchos programas para 64

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trabajar la educación emocional (Bisquerra, 2012) con niños y jóvenes, pero debemos empezar a generar programas para también gestionar adecuadamente nuestros sentimientos, al fin y al cabo, dicen que esa es nuestra verdadera esencia. David de la Oliva. Director del área de educación en Arebri Consultores. Docente investigador de la Facultad de Psicología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Flor Tapia. Facultad de Psicología Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Bibliografía: Bisquerra, R. (2009) Psicopedagogía de las emociones. Síntesis Madrid. Renom, A. y Bisquerra, R. (2003) Educación emocional. Programa para educación primaria. Wolters Kluwer Barcelona.

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